Sentía que el cerebro me explotaría, que mis dientes se romperían y que mi corazón se me saldría. Esta realmente nerviosa, tenía miedo.
Tome aire e intente tranquilizarme.
— ¿Quién habla?
—Soy yo, Joe…—dijo quedito.
Estaba a punto de llorar.
‹‹Alex, se fuerte. Que no escuche que te sigue doliendo›› –dijo una voz dentro de mí.
—Sí, lo sé. —dije firme. — ¿Qué pasa? ¿Por qué llamas? ¿Paso algo?
—No, todo está bien acá. No te preocupes…
— ¿Entonces? —aunque deseaba escuchar su voz… sí, lo se…soy una masoquista. No quería hablar con él, quería salir corriendo y enterrar en medio del parque el celular.
—Nada, yo…yo…yo solo quería hablar contigo…—lo corte.
— ¿Sobre qué?, Creo que ya no tenemos nada de qué hablar tu y yo, Joe.
—Te equivocas, Alex. Aún tenemos muchas cosas de las que debemos hablar.
Estaba frita.
—Tú te equivocas, Joe… yo no tengo nada de qué hablar contigo…
— ¡Entonces escúchame! —grito. Tuve que alejar un poco el celular de mi oreja. —Lo siento, pero en serio Alex, tenemos que hablar.
— ¿Crees que después de todo lo que sucedió…En serio… crees que tengo ganas de hablarlo?
— ¿Si…?—dijo tímido. Me mataba que fuera así, que no pensara.
— ¡No! —grite. —No quiero hablar de eso, no quiero recordar nada que tenga que ver contigo.
— ¡¿Pero porque carajos no?!
— ¡¿Y porque si?! , ¡Dame una maldita razón por la que deba escucharte!
Me encontraba de pie, caminando en círculos, agarrándome la cabeza. Estaba estresada.
— Porque…
—No Joe, no quiero hablar. —dije con un hilo de voz. Ya tenía un gran nudo en la garganta y las lágrimas comenzaban a salir —No quiero tocar ese tema, y menos por teléfono. Así que por favor…
— ¡No! —me interrumpió. —Nada de por favor, no dejare de insistir hasta que me permitas hablar contigo y aclarar las cosas…—suspire, las lágrimas corrían por mis mejillas. — Alex, no… no llores…—dijo quedito. —no por mi…
Reí irónica.
—No hay nada que aclarar, Joe…—logre decir con la voz cortada. — Solo, no me hagas esto tan difícil. Por favor…
—Pero…
—Pero nada… Cuídate, Joe. —termine en un susurro.
Corte la llamada y me deje caer sobre la banca que estaba detrás de mí.
Las lágrimas comenzaron a salir más y más.
‹Vamos, tranquilízate, límpiate esas lágrimas. Quedamos en que ya no llorarías por él. Además, Dylan está dentro esperándote.›
Tenía razón. Me limpie las lágrimas y me espere unos minutos a que mi respiración se normalizara, cuando vi que alguien se sentaba a mi lado. No subí la cabeza, pero por sus zapatos, supe que era Dylan.
Lo mire de reojo y él estaba mirando hacia enfrente. Seque discretamente mis mejillas y aclare la voz.
—Lo siento… no quería dejarte tanto tiempo solo. —él me miro tranquilo y estiro su mano para darme mi bolso.
—No te preocupes. —me miraba fijamente, como si intentara descifrar mi rostro, mis emociones. Yo tenía la mirada fija al frente. — ¿Tienes frio?
—Un poco…—lo mire. Y minutos después, regrese la vista al frente.
Sentí como me ponía su saco. Lo volví a mirar y le sonreí. —No te hubieras molestado. Te hará daño. —intente quitármelo, pero él se negó.
—Estoy bien, Alex. No quiero que te resfríes.
—Gracias. —le medio sonreí de nuevo.
Pasaron los minutos y nadie decía nada. Esta salida se había ido a la mierda y todo por una llamada.
Me sentía culpable.
—No quería arruinar esta noche. Me la estaba pasando muy bien. —dije sincera.
—No te preocupes, Alex. —Me sonrió— ¿Estas mejor?
—Si… —suspire— eso creo.
— ¿Qué fue lo que paso?, ¿Quién te llamo? —pregunto preocupado.
—Es una larga historia…—lo mire. — Y tan rara. No querrías escucharla.
—Tengo todo el tiempo del mundo para escucharte. —me miro directo a los ojos. ¿Por qué no contarle? Sonaba tan sincero… Y bueno, yo necesitaba a alguien para desahogarme.
— ¿Seguro que quieres oír todo…?—volví a cuestionar.
El me tomo de la barbilla para que lo mirara.
—Ya te dije que sí, ¿somos amigos o no? —yo asentí. — Bien, soy todo oídos. —se acomodó en la banca, para mirarme de frente.
—Bueno, él y yo…—me acomode igual que él.
Le platique todo. De donde nos conocíamos, cuantos años llevábamos de hacerlo. Le platique de la supuesta brujería que le había echado su novia, las peleas… todo, absolutamente todo lo que se puede platicar, se lo dije.
Duramos poco más de 2 horas hablando de eso, el me miraba y escuchaba atento. Y yo me sentía bien contándoselo, me sentía como protegida y comprendida, no sabía el porqué, pero no me molestaba tener que platicárselo. El único hombre, bueno… los únicos hombres, que sabían absolutamente todo lo que había pasado, eran Nick y Kevin. Así que era un poco raro contárselo a Dylan, aunque, sentía que le podía platicar todo lo que me pasara, sabía que podía contar con él, en el momento en que se ofreció a ayudarme con lo de mis papás. — Y eso fue lo que paso. Quería que habláramos, pero yo no quiero saber nada de él. Y será imposible, porque cuando más lo quiero olvidar, hay algo que me recuerda a él…—señale un letrero del tour que estaba detrás de Dylan.
— ¿Es él? —dijo sorprendido cuando regreso su vista hacia mí. Yo asentí. —Wow. ¿Entonces nunca fueron novios?
—Cuando creíamos que ya podíamos serlo, había algo que se interponía entre nosotros. Él iba a cortar a su novia, ya no la quería… Sé que es difícil de creer, pero si lo iba a hacer, por mí. Ahora ya no sé qué pensar… esa última pelea me dejo con un mal sabor de boca.
—Solo te diré una cosa, porque soy muy malo para los consejos, “Si amas algo, déjalo libre. Si regresa a ti, es porque es tuyo, si no, nunca lo fue.” —lo mire atenta. — Dale tiempo al tiempo, sigue haciendo tu vida normal. Pero debes estar consciente de que en algún momento de sus vidas, tendrán que hablar y aclarar todo. No te cierres. Tal vez, en este momento lo ames con todo tu ser, pero tal vez mañana se te haga indiferente. O puede que ahora lo odies con todo tu corazón, y en unos meses lo olvides. Todo cambia… hasta los sentimientos. En un momento puedes comenzar a querer a alguien sin darte cuenta u odiarlo o extrañarlo. Siempre hay más de 1 opción… Solo no olvides tu esencia o no intentes cambiar, solo para tratar de elegir la opción equivocada.
—Gracias, Dylan. Ha sido el consejo más bonito que me han dado. Aunque digas que eres muy malo. En serio, esto que me acabas de decir es tan, no sé, ¿cierto?... Muchas gracias. —no pude evitar abrazarlo. Deje mi cabeza recargada sobre su hombro, el me regreso el abrazo. Y se sentía tan bien, era tan sincero, encima, sabía que me apoyaba y era bonito sentirse entendida.
Me separe un poco tímida de él. Le sonreí.
Mire el reloj.
—Wow, ¿ya viste la hora? Casi son las tres de la mañana. —Reí— El tiempo se me paso volando contigo. Hace mucho que no me pasaba.
—Me alegro que te hayas sentido “a gusto” —dijo entre comillas. Yo sabía a qué se refería.
—Creo que es hora de irnos. —dije divertida.
— ¿Segura? Por mí no hay problema seguir platicando.
—Igual a mí no me importa seguir platicando, pero mañana trabajas Dylan, y no es agradable, estar cansado en la oficina. Te estarás durmiendo en las juntas y andarás enojado como viejito cascarrabias. —el rio.
— ¿No será que ya no quieres hablar conmigo o que te aburrí?
—Eso nunca…—dije sincera.
(…)
Dylan me dejo en mi casa, a punto de las 4 am. Por más que quise que no se fuera tan tarde, no me hizo caso y nos quedamos platicando un poco más dentro del auto.
Era un chico agradable. Si tenía 25 años, casi 26. Y lo más chistoso del caso, es que a pesar de que es más grande que yo, congeniábamos muy bien. Era muy trabajador, él estaba trabajando en el gobierno de Dallas, en las oficinas de asuntos estatales. Por eso, él me había contactado con todo esto de mis papás. Era raro, se me hacía muy joven para estar lidiando con ese tipo de problemas. Pero a él le gustaba, le gustaba ayudar a la gente. Eso me hablaba muy bien de él, y digo, mucha gente que tiene dinero es muy egoísta y no se preocupa por los demás, y el no. Él tiene dinero, pero no le importa tenerlo… Éramos muy parecidos en eso.
(…)
‹‹ 2 semanas después.››
Saque de la nevera unos waffles congelados. Los mire y a pesar de que no se veían realmente apetitosos, decidí ponerlos sobre el tostador, moría de hambre y la verdad es que no sabía cocinar. Saque un poco de zumo de naranja y me senté sobre un banquillo a mirar la televisión.
Me sumí en mis pensamientos, pero de pronto un sonido un poco estridente me saco de ellos. Voltee hacia todos lados, para ver de dónde venía, cuando me di cuenta que la alarma contra incendios se había activado. El tostador estaba humeante.
—Mierda.
Camine hacia él, y lo desconecte. Con unas pinzas saque mi desayuno, el cual estaba totalmente quemado. Lo deje sobre la mesa, mientras tomaba una revista e intentaba apagar la alarma.
—Mierda. —repetí, mientras me subía al banco para alcanzarla. —No puede ser posible que ni unos waffles pueda hacer. —Seguía intentando que se apagara, pero mis intentos fueron nulos. Lo que menos quería es que los bomberos llegaran a venir, por culpa de unos waffles quemados. Sería la vergüenza del vecindario.
Tocaron a la puerta, y lo único que grite fue un “está abierto”. Después de decirlo, caí en la cuenta de que ya no estaba en Los Ángeles, y que no conocía a nadie que viviera cerca de aquí.
— ¿Sabes que no está correcto lo que acabas de decir…?—me gire y vi que era Dylan. — ¿Pero qué demonios haces arriba del banco? —dijo intentando ocultar su burla.
—Nada, quiero ver qué tal está el aire desde acá arriba…—dije sarcástica.
—No ya enserio, ¿Qué haces ahí?— dijo mientras se paseaba por la cocina. — ¿Qué es esto? —tomo uno de los waffles quemados y me volteo a ver, con cara de asco. Yo lo mire avergonzada.
—Ahm…—me baje del banco. — Eso, es un waffle…—se lo arrebate de las manos y lo inspeccione y lo avente al plato de nuevo. —O lo que queda de él. —el solo se rio y me miro. — ¿Qué? No se usar ese tostador…—intente defenderme.
—Está bien, yo solo preguntaba—alzo ambas manos. — ¿Y porque no los metiste al microondas? O… a la Wafflera, que en ese caso sirve para los waffles…—golpe suavemente su hombro. —Auch, eso dolió.
—Hey, no sabía que tenía una wafflera. Y en todo caso…—quise pensar una buena respuesta. — No es anormal que las mujeres quemen los waffles.
—No, claro que no. Y menos si son de caja. —dijo sarcástico, pero dio en el punto.
—Sí, lo sé. Soy un desastre. Pero ¿Qué le vamos a hacer? —sonreí.
—Te invito a desayunar. —dijo así, nada más.
— ¿Y tú crees que me puedes invitar a comer todos los días? Te equivocas.
—Si…
— ¡No! —el me miro. —No es que me moleste, pero no se me hace justo, no tienes porque… Y si yo te invito a desayunar… ¿aquí? —el me miro, como si lo que estuviera diciendo fuera broma.
— ¿Waffles quemados? No gracias, paso.
— Se preparar cereal —dije inocentemente. Él solo se rio… ¿o se burló de mí? — También se hacer huevo y pan francés… —abrí los ojos y pestañe. — ¿Qué dices?
—Supongo que no me queda de otra—se encogió de hombros. Intente golpearlo de nuevo, pero él fue más rápido que yo y tomo mi muñeca. —Te gane. —sonrió victorioso.
Yo lo mire sonriendo por su comentario, después me di cuenta de que estábamos muy cerca el uno del otro, nuestras sonrisas se borraron y solo nos mirábamos, mis ojos se dirigían a su boca y otra vez a los suyos, el hacía lo mismo.
Nuestros rostros comenzaron a acercarse.
¿Qué estaba pasando?
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MUCHAS GRACIAS POR LEER:)
Aw.. ME FASCINO¡
ResponderEliminarSigue asi linda que vas super¡¡
Amo a dylan pero sin duda mas a joe jajaja¡
Chao¡
Uhhhhhhhhhhhhhhhhh :'(
ResponderEliminarque triste el principio :sss
Quiero que Alex & Joe se arregleen :sss
SIGUELA PLEASEEE!!!!
Me encanta...
TODOS los santos dias entro a ver si subes capp :P
Me encantó!
ResponderEliminarWOW!
ResponderEliminarsimplemente para amar!!!
kiiero el siguiente!
la amooo! =D