lunes, 29 de agosto de 2011

Capítulo #70

No tenía tiempo de quedarme y pensar que hacer. Me puse de pie y camine hacia el cuarto de baño. Ahí estaría hasta que Joe se fuera.
Mi corazón estaba a mil por hora, tenía miedo de que se le ocurriera entrar al baño y que todo se descubriera, no quería verlo, no era el momento, ni tenía ganas de hacerlo.
—Solo trata de no hacer ruido. —me dijo Nick, tras la puerta. —Dile que pase. — le dijo Nick, a uno de los de seguridad.
—Nick, necesito hablar contigo. —decía Joe, con un tono frustrado.
— ¿Qué pasa?
—Se que eres el único, después de mamá, que sigue en contacto con Alex. — al escuchar mi nombre de sus labios, y al estar prácticamente a un metro de distancia, provoco que mis manos comenzar a sudar. Necesitaba tranquilizarme y escuchar bien lo que le decía Joe, a Nick.
Me senté sobre la bañera y me sujete en el toallero, pero al hacer ese movimiento, una botella de shampoo cayó al piso. — ¿Qué fue eso que se escucho en el baño? — demonios. Me puse más nerviosa, no quería que se le ocurriera entrar.
—Ah, yo no escuche nada. Pero sígueme explicando, a que quieres llegar, con eso del contacto…
—Bueno… quería ver si ya habías hablado con ella.
— ¿Hoy? No… creo que ni siquiera sabe que venimos… la verdad tengo semanas sin llamarla… ¿Por qué?
—Nick, necesito hablarle. Necesito explicarle las cosas… no se qué hacer, todo esto me está consumiendo… —sentí sinceridad en sus palabras, y estuve a punto de derramar algunas lagrimas. Pero fui fuerte y seguí escuchando. —Por favor Nick, soy tu hermano… si hablas con ella dile que me dé la oportunidad.
—No creo que quiera Joe, es que…
— ¿Puedes ponerte de mi lado en esta ocasión? No te reprocho nada, pero desde que todo esto empezó, has apoyado más a Alex.

Y así siguieron hablando de mí, no sé de qué tanto hablaron, porque hubo un momento en el que saque mi iPod y me puse a escuchar música... ¿Qué cuanto tiempo estuve dentro del baño? Una hora se me hacía poco. Ya no sabía qué hacer, estaba jugando con un mechón de mi cabello, cuando tocaron la puerta. Yo me sobresalte, ¿Qué hacia? ¿Hablaba? Y ¿qué tal si era Joe?
—Alex, soy yo, Nick, ábreme, Joe ya se fue. —suspire aliviada mientras me ponía de pie.
—Esto se me hizo eterno…—dije saliendo del baño. Nick me miraba. — ¿Qué pasa?
— ¿No quieres hablar con Joe? — eso me tomo por sorpresa, así que solo me quede viéndolo por unos segundos. —Es que, creo yo, es mi simple opinión, pero creo que deben hablar. No digo que vuelvan a salir y que sean amigos, pero por lo menos, para que la tensión se baje. Eres como una hermana para mi, Alex. Y él es mi hermano, los dos son muy importantes para mí, y me pone mal que no se hablen y se eviten.
—Tal vez, tengas razón Nick. Pero yo no lo buscare. Yo no hice nada, y… no sé, solo yo no lo voy a buscar. —Mire mi reloj— Y ya me voy, se me hará tarde y…
—Si, huye de mis consejos…—dijo divertido. Yo solo lo mire seria. —Está bien, es una broma. ¿Hablamos luego si?
—Te quiero y gracias por escucharme.

Conduje a casa pensando en todo lo que había hablado Joe con Nick y Nick conmigo. Pero como le había dicho a Nick, yo no lo buscaría. Si Joe quiere verme, que me busque, porque yo no le voy a hablar. Y además, no quiero más problemas con Dylan. Me sentía tan confundida… ¿Cómo reaccionaría al ver a Joe? ¿Qué sentiría al tenerlo frente a mí de nuevo?

(…)

Habían pasado ya dos días desde que me había “peleado” con Dylan, Estaba por terminar el día y yo seguía yo sin hablar con él. El tampoco me había llamado, así que… no sé, yo no le quería llamar aun, porque suponía que si no me había llamado era por algo.
Los Jonas habían ofrecido su último concierto hoy, y mañana regresaban a Los Ángeles, a tomar un descanso antes de partir hacia Europa, para seguir con su tour mundial. Así que había invitado a Nick y a Kevin a cenar. Si a ellos dos, pero no podía decirle a Joe… estuvo aquí y no me había buscado, así que había dado por sentado que no quería verme, ni arreglar nada.

La cena había estado muy divertida, como los viejos tiempos. Nick y Kevin, habían inventado algo para poder salir sin Joe, y yo me sentía un poco culpable, pero ¿Qué podía hacer?
Me despedí de ellos, y prometí seguir en contacto.

Cuando iba dar vuelta a la derecha para llegar a casa, vi un auto estacionado frente a mi casa. Desde luego, era un auto que no conocía. Así que me pare detrás de él, un tanto confundida. Forcé un poco la vista, y en el reflejo de la lámpara, vi una silueta masculina, dándome la espalda. Me acerque lentamente, y con el corazón a mil por hora… Que no sea Joe, que no sea Joe, Que no se la haya ocurrido venir a visitarme, en su último día. Me iba repitiendo a mí misma, aunque otra parte de mi, deseaba que esa silueta fuera Joe.
Eres una bipolar, Alex. —dijo la vocecita dentro de mí.
Baje del auto, y camine directo hacia la silueta, un tanto temerosa y nerviosa, cuando él se giro.
—Oh Dylan…eres tú.
—Lamento haberte decepcionado —dijo serio.
—No… lo hiciste. —dije sincera. Aunque la verdad, si lo había hecho un poco.
— Es tarde, ¿Dónde estabas? —me pregunto, y en su tono de voz, logre percibir un poco de miedo.
—Fui a cenar con Nick y Kevin, porque mañana regresan a Los Ángeles…—el iba a abrir la boca, cuando lo interrumpí. —Si te preguntas si fue Joe, no, no fue. Y no, no lo he visto.
—Alex, perdóname… —lo mire y lo decía en serio.
—Dylan, yo no tengo nada que perdonarte. No hiciste nada…
—Perdóname por dudar de ti, soy un imbécil, yo sé que aun lo quieres y…— me acerque y pose mis labios sobre los suyos. Lo tome por sorpresa, pero después de unos segundos, el me elevo y yo rodee su torso con mis piernas.
—Yo te quiero, Dylan.

Entramos a la casa, aun besándonos. Dylan se iba quitando la corbata con su mano libre, mientras que con la otra me sostenía. Como pudimos subimos a mi habitación, el me dejo sobre la cama, y no nos separábamos, seguíamos besándonos como si jamás hubiéramos sido besados.

Dylan, comenzó a desabotonar mi camisa, y me la quitaba, para así quedar solo en sostén, nunca había visto su pecho desnudo... Seguíamos besándonos, el poco a poco desviaba sus labios y besaba mi mejilla, iba más abajo y comenzaba a besar mi cuello y regresaba a mis labios. Acariciaba mi abdomen y mis piernas. Yo solo me dejaba llevar. De pronto, sentí como sus dedos, peleaba con el botón de mi jean, ahí fue cuando capte y me tense. El entendió y se detuvo.
—Lo siento. —dije mientras él se recostaba a mi lado. —Pero, no estoy preparada para ese paso todavía. —dije avergonzada.
—No, está bien Alex. No te presiones, no hay prisa. —dijo acariciando mi mano.
Lo mire con una sonrisa. En serio lo quería, mucho.
Me recosté en su pecho desnudo y comencé a escuchar los latidos de su agitado corazón.
—Dylan, quédate esta noche conmigo. —eleve mi cabeza y lo mire. El solo me sonrió con sus ojos y sus labios.
— ¿Segura?
—Si, solo quédate a acompañarme. No quiero estar sola. — el me apretó entre sus brazos y yo solo cerré los ojos y me sentí protegida.

No entendía que me pasaba, sentía algo, como un presentimiento… además, una pregunta se había formado en mi cabeza y no me dejaba en paz…
¿Se podía amar a dos personas al mismo tiempo?

miércoles, 24 de agosto de 2011

Capítulo #69

Me detuve. ¿Esto podía estar pasando enserio? Cuando ya estaba feliz y dispuesta a olvidar a Joe, ¿tenía que pasar esto? Levante la cabeza y mire al techo, como si este, me diera una respuesta.
— ¿Todo bien? —me pregunto Dylan en voz bajita, al ver que no reaccionaba.
—Alex, ¿eres tú? —volvió a inquirir la voz que estaba detrás de nosotros.
—Dylan, es Nick Jonas—dije en un susurro. Él se sorprendió, yo estaba asustada. Me gire y vi a Dylan con su cara de paciencia mirándome. Me gire y sonreí —Nick, lo siento, no… me tomaste por sorpresa—intente disculparme, mientras se acercaba a mí con los brazos abiertos, solté la mano de Dylan y camine hacia a él. El me estrecho entre sus brazos, como los viejos tiempos. —Vaya, ¿cómo he podido aguantar sin uno de estos abrazos? —dije cuando nos separábamos.
—Pues parece que no te hacían falta. —dijo cómico, mientras señalaba a Dylan con la mirada.
—Oh, Dylan—estire mi mano y el la tomo. —Él es Nick, mi mejor amigo. —se estrecharon la manos— y Nick, él es Dylan, mi... novio. — Nick me miro raro, esa mirada que solo yo entendía. De seguro por su mente pasaban miles de preguntas.
—Los dejare un momento a solas—dijo Dylan— iré a hacer una llamada. —sabía que era una excusa, y que podría ser porque quería que hablara yo con Nick, o porque se sentía algo incomodo.
— ¿Y bien? —dijo Nick, esperando que yo empezara.
—Si te lo iba a decir, pero todo sucedió tan rápido…
—No te preocupes, está bien, pero ¿Ya olvidaste a Joe? —me cuestiono.
—Yo… la verdad es que no, Nick. No del todo… —el me miro extrañado—. Si, Dylan lo sabe. Por cierto, no quiero encontrarme con Joe aquí, Nick. Ya sabes donde es mi casa, o si quieres, puedo ir yo a buscarte para platicar, pero no quiero verlo. ¿Cuántos días estarán acá?
—Creo que una semana, máximo.
Vi que Dylan se acercaba y que detrás de Nick, venia un señor con ropa negra a buscarlo.
—Nos llamamos ¿sí?, Te quiero mucho—dije mientras lo abrazaba y besaba su mejilla. — No digas que me viste. —suplique.
—Lo prometo.
Dylan y el se despidieron de lejos y yo me fui, tratando de ocultarme, por si Joe llegaba a pasar cerca.

(…)

Detuve el auto fuera de mi casa. El trayecto a casa había sido en total y completo silencio. Dylan perdía su mirada en el vidrio.
—Bien, suéltalo. —dije mientras apagaba el auto. El me miro, sus ojos me demostraban miedo.
— ¿Soltarlo? — yo asentí. —Estoy bien, Alex.
—SI, claro, por eso estuviste hablando todo el trayecto a casa. —suspire. — Dylan, no soy tonta… —guarde silencio. — ¿Es porque vi a Joe está en la ciudad?
—No, claro que no eres tonta. Solo que… —sabía que algo tenía que ver la palabra “Jonas” en todo esto. Lo mire fijamente.
—Dylan, ¿podrías mirarme unos segundos? —tome su rostro y lo gire hacia mí. — Estoy contigo ahora, y te quiero. No voy a ver a Joe… él no sabe ni donde vivo. Y por Nick, no te preocupes, el no le dirá nada…—acerque mi rostro al suyo y presione mis labios sobre los de él.
Después de unos segundos él se separó lentamente y me miro.
— ¿Y que si decide buscarte e intentar arreglar las cosas? —me acomode de nuevo en el asiento, un tanto confundida.
— ¿A qué te refieres con eso?
—Que lo más probable es que tú corras a sus brazos y lo perdones.
— ¿Perdón? —dije incomoda y un poco molesta. —Dylan, estoy contigo…
—Sí, pero lo amas a él, y si te pide perdón, lo más seguro es que lo perdones... —me quede fría.
— ¿Sabes que esto es un poco recriminatorio? Estoy contigo y tu sabias que aún no he olvidado a Joe, del todo. Y aun así dijiste que estaba bien, que me esperarías. ¿Ahora resulta que es mi culpa? —ok, tal vez estoy malinterpretando un poco las cosas. —Decidimos arriesgarnos y salir. Ahora, llega Joe, que por cierto ni lo he visto, por si has olvidado ese detalle, y crees que me voy a ir corriendo a buscarlo y perdonarlo… ¿Qué clase de persona crees que soy? Yo sé que tú me quieres, y yo te quiero también, estoy intentando recuperarme en todo este maldito tema del amor, contigo. He decidido darme una oportunidad contigo y ¿crees que me voy a ir con Joe?
—Alex…—lo interrumpí.
— ¿Sabes qué, Dylan? —abrí la puerta del auto. — Cuando pienses un poco las cosas, me llamas. —me baje del auto. Dylan bajo detrás de mí e intento seguirme a casa. Me gire y lo mire. —vete a casa y piensa. Yo no iré a ninguna parte, por si te preocupaba. —le di la espalda y entre.

Estaba molesta. Con él y conmigo. Sabía que en parte tenía razón, en cuanto viera a Joe -si es que lo veía- Me pondría un tanto estúpida y dejaría que me afectara. Y lo más cómico de todo el caso (si es que se le puede llamar cómico), Es que fue nuestra primera pelea… y fue sobre algo que en realidad, no deberíamos de haber pensado. Algo que no estaba pasando y que podría no pasar.

Me tumbe en el sofá. Después de unos segundos, saque mi celular y teclee los números de aquel conocido celular.
— ¿Puedo verte? —dije casi al borde de las lágrimas.
Salí de la casa, con el papel de la dirección que me había dado Nick, y estaba dispuesta a tomar un taxi, cuando vi el flamante BMW de Dylan, fuera.
Camine hacia él, y mí que tenía una pequeña notita pegada en el vidrio.

“Decidí tomar un taxi, quiero que tengas el auto para que puedas salir y todo lo que necesites. Si, necesito pensar las cosas y perdón por todo esto, pero en serio… no sé, en fin… las llaves están puestas. Mañana ira alguien a recoger el auto y te dejare otro.
Dylan.”


Conduje por varios minutos hasta llegar a aquel hotel. Si, quería hablar con Nick, ahora que estaba. Camine hacia la recepción sin quitarme las gafas de sol.
—Buenas tardes. —dije bajito. Una señorita se giró y me miro extrañada.
— ¿En qué puedo ayudarle?
—Me están esperando en una de las habitaciones. —dije sin subir mi tono de voz.
— ¿A qué nombre está la habitación?
—Nicholas Jonas. —dije en un susurro. El hotel estaba lleno de fans y no quería que me escucharan.
— ¿Perdón? ¿Y cómo sé que no me está mintiendo? — dijo burlándose.
— ¿Acaso tengo pinta de fan? —dije ofendida.
Me gire al sentir que alguien tocaba mi hombro.
— ¿Si? —cuestione al no reconocer quien era.
—El joven Nick Jonas, me mando por usted.
La señorita de la recepción se quedó boquiabierta y yo solo le sonreí.

Caminamos por un largo pasillo. Hasta que el guardia me dijo que siguiera caminando yo sola.
—Siga caminando por este pasillo y gire a la derecha, y ahí está la habitación. —dijo mientras me entregaba un pase.
—Gracias. —sonreí.

¿Y que si Dylan tenía razón? ¿Y que si ya no regresábamos? No habíamos terminado, pero a veces las peleas que terminan en un “hablamos luego” nunca reciben esa llamada.
Llegue a la habitación de Nick, enseñe mi pase a uno de los guardias que estaban fuera. Toque delicadamente la puerta con mis nudillos, hasta que Nick abrió.
— ¿Te encuentras bien? —dijo en cuanto me quite las gafas.
—Digamos que necesito a mi amigo. —lo abrace.

Me senté en el sofá mientras Nick me traía una taza con café caliente.
—Y bien, platícame todo. —dijo mientras se sentaba frente a mí.
—Dylan y yo discutimos.
— ¿Porque? —dijo con aires divertido.
—Cree que si veo a Joe, y el intenta hablar conmigo y arreglar las cosas, dejare todo y me iré con él a Los Ángeles. —Suspire— Él sabe que aún no olvido del todo a Joe, y aun decidió que nos arriesgáramos. Yo le dije, le deje en claro mis sentimientos y los acepto. ¿No es un poco egoísta?
—Debes darle tiempo, Alex. Él te quiere, si no, no tendría ese miedo de perderte…—y así estuvimos hablando, de todo lo que había estado pasando en mi vida y en su vida. De Joe de todo. Cuando mire mi reloj, ya eran las 6 de la tarde.
— ¿Y Joe? —me atreví a preguntar.
—No tengo ni la menor idea… ¿Por qué?
—No sé, simple curiosidad. —mentira, quería saber dónde estaba. El simple hecho de que estuviera cerca de aquí, me ponía los pelos de punta y me hacía sentir escalofríos.
Tocaron a la puerta. Nick y yo nos miramos. Uno de seguridad entro.
—Nick, Joe te busca.
Mire a Nick con los ojos realmente abiertos. ¿Y ahora que hacia? No estaba preparada, ni quería verlo… no ahora.

viernes, 19 de agosto de 2011

Capítulo #68

Me quede mirándolo unos segundos. No sabía que responder.
—Define seguir amando…—el me miro con cara de obviedad. —N-no, no sé. Si tú me dices Joe Jonas una serie de emociones y sentimientos se forman aquí dentro—señale mi corazón. — No sé qué es lo que estoy sintiendo... —y ahora, sentía un poco de pena hablarle de Joe, a Dylan. No sabía el por qué, pero algo había cambiado.

Nos quedamos unos instantes viéndonos en silencio.
Esos instantes en los que nos quedábamos en silencio y nos veíamos, se estaban haciendo constantes. O una de dos, ya no sabíamos que decir, o algo estaba sucediendo.
—Creo que necesitas, enserio algo de tiempo para pensar. Por eso decidiste venir acá, además de lo de tu mamá y papá ¿cierto?
—Sí, aunque en ocasiones siento que fui muy cobarde por huir de esos problemas y no enfrentarlos. Pero había momentos en los que sentía que me perdía… me vine, porque ya era momento de pensar en mí, en mi bienestar físico y emocional. No podía quedarme en un lugar donde todo directa e indirectamente me hiciera daño. En esos momentos me di cuenta de que no soy tan fuerte, ya no puedo aparentar algo que no soy. Con él, me hacía tan chiquita, tan vulnerable a todo… el me hacía sentir segura, así que yo decía: Bueno, con el estoy protegida, entonces puedo dejar mi fortaleza en el armario. Y no, no era así.

Cada día que pasaba me a sinceraba más con Dylan, en los momentos de mi otra “yo”, jamás hubiera podido hablar de esto con alguien a quien prácticamente acababa de conocer.

—Alex. —dijo al cabo de unos minutos. — ¿Sabes que yo no te dejaría sola verdad?
—Sí, lo sé. Para eso están los amigos ¿no? — respondí dirigiendo mi mirada a Dylan, el cual miraba sus manos.
—Si, como amigos. —dijo un tanto… decepcionado. Mientras elevaba su vista y la encontraba con la mía, terminando su sonrisa en una mueca.

¿Qué es lo que había dicho mal?

||Joe||

Intentaba hablar con Alex. Nick, no me decía nada al respecto, no me daba pistas de donde podría estar, su dirección, nada.
Quería arreglar las cosas, hablar con ella, tratar de que me escuchar, no le pediría perdón, porque sabría que no lo haría. Alex era muy orgullosa, y primero me ignoraba, a tragarse su orgullo.

Un día mientras bajaba las escaleras, escuche a mama y a Nick charlar en la cocina. No sabía de qué o de quien hablaban, ya que lo hacían en modo de susurro.
— ¿Y ya te dio Alex, la dirección de su casa en Dallas? —le cuestiono mi madre a Nick.
—Sí, ya me mando un correo. Me puso su teléfono y su dirección. Pero siento como que no me lo quería dar. Creo que no quiere que Joe sepa en qué parte de Dallas esta…

Alex estaba en Dallas, ¿Cómo lo pude haber olvidado? Necesitaba saber con urgencia su dirección. Sabía que en unas semanas iríamos allá a dar unos conciertos… era la perfecta ocasión para intentar hablar con ella. Tenía que planear todo, sin que Nick o Kevin, se dieran cuenta de que quería verla. Me lo habían prohibido, querían que la dejara en paz. Si, sabía que le había hecho daño, mucho, pero no había sido mi intención.

Subí rápidamente a la habitación de Nick e intente entrar a su correo, pero no recordaba la maldita contraseña.
Salí decepcionado de su habitación, cuando se tropezó conmigo.
— ¿Qué hacías en mi habitación Joe? —inquirió frunciendo el ceño.
—Amm, estaba buscando una chaqueta, pero no la encontré, supongo que iré a buscarla a la habitación de Kevin. —intente explicar, pero él no me prestaba mucha atención, ya que estaba concentrado en su iPhone… claro, ¿Cómo no lo había pensado? —Oye Nick…—el me miro. — ¿me prestas tu móvil para mandar rápido un texto?
— ¿Y el tuyo? Nunca lo sueltas…
—Lo sé, pero… lo olvide en casa de Garbo. Quiero decirle que iré por el en unos minutos, me urge un poco, ya que tengo unos…
—No me des explicaciones de tus asuntos, toma—estiro la mano y me dio su iPhone. —solo no te pases del límite Joe, porque te conozco y hablas más que mamá.
—Oye eso no es verdad. —intente defenderme.
—Joe, como sea, en cuanto termines de usarlo lo pones sobre mi cama, iré a ducharme. —dijo mientras se alejaba.

Entre a mi habitación y me senté sobre el colchón. Busque entre sus aplicaciones, la de “mail”, y me puse a buscar entre todos sus correos, alguno que tuviera que ver con Alex, o que me recordara a ella, hasta que vi uno que decía “A”, asi que le di click.

“A”
Hey Nick, en el archivo adjunto te mando mi dirección y mi teléfono. Por favor, cuando hables de esto, no lo hagas frente a Joe. Si puedes de preferencia no lo hagas con nadie. Yo intentare hablar con tu mamá y Kevin, cuando tenga tiempo.

Te echo mucho de menos.

Le di click a reenviar y lo mande a mi correo. Borre rápidamente la evidencia y fui a dejarlo a la habitación de Nick.
—Gracias—grite para que me escuchara.

Ya tenía su dirección, así que ya no había marcha atrás, en cuanto llegara a Dallas, iría a buscarla. ¿Qué podría salir mal, si ya todo estaba echado a perder?

||Alex||

Mi mamá, había sido dada de alta hace dos semanas. Todo iba prácticamente bien, mi mamá se estaba adaptando de maravilla y le había encantado la casa.
Dylan y yo seguíamos viéndonos, pero ahora yo me sentía diferente teniéndolo cerca. No sabía cómo comportarme, así que tenía 3 días evitándolo.
Joe ya no me llamaba, y eso me había hecho bien, al parecer ya él lo había superado, y yo también. Desde la última llamada de Nick no había vuelto a hablar con él. Y si, lo extrañaba, pero no quería llamarle, sabía que estaba ocupado, por todo eso de la gira.

(…)


Hoy, era un día de reunión familiar, ya que había llegado una hermana de mi mamá, para llevársela unas semanas a descansar a su casa en Nashville, Tennessee.
—Cariño. —dijo mi tía. —Ten prisa con eso, tenemos visita. —grito desde la terraza.
¿Visita? Pero si solo era una reunión familiar, y eso nada más nos incluía a mí, a mi madre y a ella.
—Pero…
—Nada cariño, date prisa con eso. Te esperamos en el jardín.

Salí con un tazón lleno de puré de papas y una jarra de limonada al jardín. Mi mama estaba alegre platicando con Dylan y mi tía. Si, Dylan estaba en esta pequeña reunión. No entendía que hacia aquí, si llevaba tres días sin verlo. Yo no lo había invitado, así que… si claro, mi mama tuvo que ver en todo esto. Seguí caminando, intentando parecer indiferente

Charlamos y aunque me sentía un tanto incomoda con Dylan ahí, no deje de comportarme “normal” frente a todos.
Terminamos de comer y de tomar el postre. Mi mamá y mi tía se iban a poner a jugar cartas, así que yo me levante para recoger la mesa y llevar los platos sucios a la cocina.
—Déjame te ayudo— dijo el mientras se ponía de pie rápidamente.
Nuestras manos rozaron y yo sentí como una descarga eléctrica me recorriera. Su roce provoco que dejara caer la jarra con un poco de limonada. — ¿te encuentras bien?
—Sí, creo que me pico una abeja. —Mentí— Iré dentro, a ver si sí fue una, no tardo.
Y si, hui y deje ahí todos los platos y a Dylan consternado.

Me recargue sobre la encimera de la cocina. ¿Qué demonios me pasaba?
—Así que una abeja ¿eh? — al escuchar su voz detrás de mí, me gire un tanto apenada. — ¿te pasa algo? —negué con la cabeza. — ¿entonces te molesta que haya venido?
—No, claro que no.
— ¿Entonces? ,¿Qué es lo que pasa?. Llevas 3 días evitándome, y no sé si hice algo mal.
— No, claro que no, Dylan. —asegure. —No eres tú, soy yo. — dije y el rio irónicamente con mi ultima frase. —Hablo en serio, ni yo misma me entiendo, y no sé qué pasa, me siento tan confundida.
— ¿Confundida? Pero, ¿con que?
—Contigo. —lo mire apenada, para luego desviar mi vista hacia otro lado.
— ¿Conmigo? — se acercó más a mí. Lo tenía a unos escasos centímetros cerca.
— Y con Joe. —eso ultimo lo dije sin pensarlo. Y en ese momento me di cuenta, que en mi corazón, aun había lugar para él y que no saldría tan fácil.

Tomo mi cabeza entre sus manos y me hizo que lo mirara fijamente. Yo estaba nerviosa, confundida, tenía ganas de llorar, mi corazón y mis emociones estaban a mil por hora.
Poso sus labios delicadamente contra los míos, no tarde en corresponder ese beso. Se sentía tan bien. Me sentía por un momento querida. Pero la culpa comenzaba a apoderarse de mí, poco a poco. Separe mi rostro y lo mire, no supe que decir, solo quería que me abrazara, escondí mi rostro en su pechos mientras unas lágrimas caían sobre mis mejillas y mojaban su camisa. El me enrollo en sus brazos, mientras besaba mi cabello.

(…)


Después de esa noche, en la que nos besamos. Dylan y yo habíamos hablado de lo que sentíamos y habíamos acordado comenzar a salir, más que amigos, intentar ser pareja y ver cómo funcionaba todo. Él sabía que aún no lograba olvidar de todo a Joe, pero me dijo que quería intentarlo, que no importaba si al final, yo decidiera regresar a Los Ángeles y buscar a Joe.

Llevábamos casi 2 semanas saliendo. Todo iba bien, de hecho. Hoy iría por Dylan al aeropuerto, había tenido que salir de urgencia, por un asunto que no pudo decirme. Pero ya regresaba hoy y no tardaba en aterrizar su avión.

Entre al aeropuerto y había mucha más gente de lo normal, y no precisamente por querer tomar un vuelo, ninguna de esas personas llevaba maletas, solo llevaban cámaras de video y fotográficas.
No le tome importancia y seguí caminando hasta la sala en donde recibiría a Dylan.
Gritos de niñas se empezaron a escuchar por todo el aeropuerto.
— ¡Ya llegaron! — gritaban.
Las vi con cara extrañada, mientras con dificultad intentaba escuchar si ya había aterrizado el vuelo de Dylan. Me quite los lentes de sol, cuando por aquella puerta lo vi entrar con su maleta. Corrí hacia él y me colgué de su cuello. El soltó su maleta y me abrazo
— ¿Me extrañaste? —dije entre besos.
—Muchísimo, que hay de ti, ¿me echaste de menos?
—Demasiado—dije acercando de nuevo mis labios a los suyos. Sentí como sus labios se curveaban en una sonrisa. —Te quiero Alex. Mucho.
—Yo te quiero más. —dije mientras le daba un último beso.

Caminamos hacia la salida tomados de la mano.
— ¿Por qué hay tanta niñitas? —dijo divertido.
—No tengo ni la menor idea.
— ¿¡Alex?! —gritaron detrás de mí.

Esa voz… no, no podía ser verdad.

martes, 16 de agosto de 2011

QUERIDAS LECTORAS:

Hahahaha, bueno, como muchas de ustedes saben, o pocas de ustedes. Una de mis otras bandas favoritas es McFLY.
¿Por que menciono esto? Bueno, pues ya falta menos para el final de la novela. Y quería compartirles, que tengo pensado iniciar otra, pero no con Joe, si no con Danny Jones (integrante de McFLY) pero quería saber si aunque no fuera de Joe, me seguirían leyendo, porque no tiene caso que escriba y publique si no tengo lectoras xD hahaha
bueno, espero su opinión y así :)

POR FAVOR ESCRIBAN SUS COMENTARIOS Y SI SON DE TWITTER, DEJEN SU USERNAME :B en vez de ponerse anonimo hahahahaa

xx.


:D

viernes, 12 de agosto de 2011

Capítulo #67

Nuestros labios están a punto de tocarse, cuando reaccione.
— ¡Oh, jugo de naranja!, ¿quieres? —dije mientras, ponía el cartón de jugo entre los dos. El me miro confundido, mientras enderezaba su espalda. Yo sentía que me ruborizaba.
—Lo siento, Alex. —dijo apenado.
—No, yo también lo siento… fue… el momento… si, eso, el momento. —guardamos silencio por unos minutos. —Bueno… ¿y si quieres un poco de jugo? —el rio. Y asintió.

Terminamos de desayunar y yo estaba lavando los platos, mientras Dylan me ayudaba a guardar todo lo del desayuno.
En estas últimas semanas nos habíamos hecho muy buenos amigos. Íbamos al cine, salíamos a caminar, incluso una vez me llevo a pescar. Fue un total desastre, durante todo el recorrido tuve nauseas e incluso después, usamos una canoa, para ir a un pequeño lago, en el que se podía pescar, pero no te podías llevar al pez-lo tenías que regresar al lago-. Bueno, el punto es que, yo había pescado uno, muy grande por cierto. Y al momento que jalo la cuerda, me puse de pie y terminamos volteándonos. Fue un desastre…. Pero muy divertido.

— ¿Y qué vas a hacer hoy? —me pregunto mientras se ponía al lado de mí, recargado sobre la repisa.
—Pues…. —lo mire—. No sé, supongo que iré a visitar a mi mamá. Según lo que entendí, hoy la dan de alta y si es así, la traeré a casa. ¿Por qué?

—No sé, simple curiosidad. Quería ver si hacíamos algo, pero no, ve con tu mamá. —dijo sincero.

—Si quieres puedes acompañarme—sonreí. — No te conoce y la verdad quiere conocerte desde el primer día en el que le dije que tú nos estabas ayudando.
—Me agrada la idea. Y si es que sale hoy, las invito…
—No. —lo interrumpí. —Nada de invitaciones, Dylan…—lo mire seria. — Por favor. Ya has hecho mucho por mí y por mi mamá.
—De acuerdo, lo que diga usted. —intento imitar un ángel, juntando sus manos. Yo solo me reía de él.
—Bueno…—dije mientras me secaba las manos. —Más te vale. Iré rápido a cambiarme de blusa y por mi bolso para irnos. No tardo.
—Estaré en la sala.

(…)

Toque delicadamente la puerta con mis nudillos. No contestaban. Volví a tocar un poco más fuerte. Hasta que escuche una voz dentro.
— ¿Mamá? —asome la cabeza y la vi ahí sentada, asomada por el ventanal. En cuanto me vio, sus ojos se iluminaron. Le sonreí.
Entre y camine hacia ella, olvidándome por completo que Dylan venia conmigo. — ¿Cómo estás? ¿Cómo te has sentido?
—Mucho mejor, parece ser que hoy me dan de alta. Al rato, puedes ir con el doctor y preguntarle. —yo asentí. — ¿Y tú como estas cariño? —miro detrás de mí. — ¿Y quién es nuestro acompañante?
Yo me gire extrañada y vi a Dylan con cara de “hola, estoy aquí.” Me reí quedito.
—Ups. Lo siento… él es Dylan mamá…
—Mucho gusto señora—dijo, con una sonrisa.
—Así que tú eres el famoso, Dylan. — Yo me sonroje e intente voltear para otro lado.— Un gusto en conocerte también. Alex me ha hablado mucho de ti.
—Miente con todos los dientes, no le hagas caso. Ya delira —dije tapándole la boca a mi mamá. Ok, si hablaba de él con ella, pero no tenía que decírselo.
¿Dylan se había sonrojado o era mi imaginación? Como sea, mi mamá estaba a punto de contarle todo lo que hablo de él con ella y yo no podía hacer nada.

Dylan, acerco una silla y se sentó frente a mi mamá. Seré sincera, a mi mamá se le daba muy bien las relaciones públicas, así que no se me hacía para nada extraño que empezara a platicarle de todo a Dylan. Yo me senté en una silla que estaba en el rincón y me puse a jugar con mi cabello, mientras ellos platicaban de cosas que yo no entendía. Si me gusta platicar, pero no de mí. Y eso era lo que estaban haciendo, hablando de mi… y lo peor de todo, es que lo disfrutaban, estaban riéndose.
— ¿Ya terminaron de hablar de mi? —dije un poco sarcástica.
—No, Dylan me dijo que me iba a platicar algo de unos waffles. — voltee a ver a Dylan y lo aniquile con la mirada. —Es broma hija, ya no hablaremos de eso.
—Oh vaya, que alegría. —volví a ser sarcástica. Amaba serlo. Amaba el sarcasmo.

Llego la enfermera, porque le tocaban sus medicamentos y siesta a mi mamá. Así que nos hizo salir de la habitación. Nos despedimos de ella y le dije que regresaría más tarde.
—De todo lo que te dijo mi mamá, de mí, el 50% es verdad. —me defendí en cuanto salíamos de su habitación.
—Tranquila, todo lo que dijo de ti, sea verdad o mentira, fue muy adorable y cómico. —lo golpee nuevamente en el hombro. — ¿Podrías dejar de hacer eso?
—No quiero. —le sonreí. —Mira, sentémonos ahí... —apunte unas sillas que estaban en la sala de espera. —Necesito esperar al doctor, para preguntarle de mi mamá.

Me cruce de piernas, puse mi brazo y recargue mi barbilla en él. Y otra vez, mi mente comenzó a divagar en muchas cosas, una de esas era Joe y la otra, era el “casi” beso de la mañana con Dylan.

Aún, intentaba descifrar el sueño… o más bien pesadilla que había tenido hace unas semanas, en donde Joe, le disparaba a Dylan. ¿Qué intentaba?

Regrese a la realidad y vi a Dylan jugando con mi cabello. Intentaba darme cosquillas picándome la oreja con él.
—Vaya, ya volviste en sí. ¿Qué pensabas?
—Cosas…—suspire.
—Cosas…hmm… de casualidad, ¿una de esas “cosas” —dijo haciendo las comillas con dos de sus dedos. — es Joe Jonas…?
Yo lo mire y no dije nada. Baje la vista y me puse a jugar con mis manos.
—Lo sabía. —me tomo de la mano, así que lo mire. La apretó delicadamente. —Alex, no pienses en él. No ahora. Concéntrate en ti y en tu mamá, que está a punto de salir de aquí y necesitara tu apoyo, para acostumbrarse a una nueva casa y a estar sin tu papá por el momento en un lugar nuevo.
—Tienes razón… pero es inevitable que no piense en el… es… difícil.
— ¿Lo sigues amando?

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DEJEN SU OPINIÓN POR FAVOR :)

viernes, 5 de agosto de 2011

Capítulo #66

Sentía que el cerebro me explotaría, que mis dientes se romperían y que mi corazón se me saldría. Esta realmente nerviosa, tenía miedo.
Tome aire e intente tranquilizarme.
— ¿Quién habla?
—Soy yo, Joe…—dijo quedito.
Estaba a punto de llorar.
‹‹Alex, se fuerte. Que no escuche que te sigue doliendo›› –dijo una voz dentro de mí.
—Sí, lo sé. —dije firme. — ¿Qué pasa? ¿Por qué llamas? ¿Paso algo?
—No, todo está bien acá. No te preocupes…
— ¿Entonces? —aunque deseaba escuchar su voz… sí, lo se…soy una masoquista. No quería hablar con él, quería salir corriendo y enterrar en medio del parque el celular.
—Nada, yo…yo…yo solo quería hablar contigo…—lo corte.
— ¿Sobre qué?, Creo que ya no tenemos nada de qué hablar tu y yo, Joe.
—Te equivocas, Alex. Aún tenemos muchas cosas de las que debemos hablar.
Estaba frita.
—Tú te equivocas, Joe… yo no tengo nada de qué hablar contigo…
— ¡Entonces escúchame! —grito. Tuve que alejar un poco el celular de mi oreja. —Lo siento, pero en serio Alex, tenemos que hablar.
— ¿Crees que después de todo lo que sucedió…En serio… crees que tengo ganas de hablarlo?
— ¿Si…?—dijo tímido. Me mataba que fuera así, que no pensara.
— ¡No! —grite. —No quiero hablar de eso, no quiero recordar nada que tenga que ver contigo.
— ¡¿Pero porque carajos no?!
— ¡¿Y porque si?! , ¡Dame una maldita razón por la que deba escucharte!
Me encontraba de pie, caminando en círculos, agarrándome la cabeza. Estaba estresada.
— Porque…
—No Joe, no quiero hablar. —dije con un hilo de voz. Ya tenía un gran nudo en la garganta y las lágrimas comenzaban a salir —No quiero tocar ese tema, y menos por teléfono. Así que por favor…
— ¡No! —me interrumpió. —Nada de por favor, no dejare de insistir hasta que me permitas hablar contigo y aclarar las cosas…—suspire, las lágrimas corrían por mis mejillas. — Alex, no… no llores…—dijo quedito. —no por mi…
Reí irónica.
—No hay nada que aclarar, Joe…—logre decir con la voz cortada. — Solo, no me hagas esto tan difícil. Por favor…
—Pero…
—Pero nada… Cuídate, Joe. —termine en un susurro.

Corte la llamada y me deje caer sobre la banca que estaba detrás de mí.
Las lágrimas comenzaron a salir más y más.
‹Vamos, tranquilízate, límpiate esas lágrimas. Quedamos en que ya no llorarías por él. Además, Dylan está dentro esperándote.›
Tenía razón. Me limpie las lágrimas y me espere unos minutos a que mi respiración se normalizara, cuando vi que alguien se sentaba a mi lado. No subí la cabeza, pero por sus zapatos, supe que era Dylan.
Lo mire de reojo y él estaba mirando hacia enfrente. Seque discretamente mis mejillas y aclare la voz.
—Lo siento… no quería dejarte tanto tiempo solo. —él me miro tranquilo y estiro su mano para darme mi bolso.
—No te preocupes. —me miraba fijamente, como si intentara descifrar mi rostro, mis emociones. Yo tenía la mirada fija al frente. — ¿Tienes frio?
—Un poco…—lo mire. Y minutos después, regrese la vista al frente.
Sentí como me ponía su saco. Lo volví a mirar y le sonreí. —No te hubieras molestado. Te hará daño. —intente quitármelo, pero él se negó.
—Estoy bien, Alex. No quiero que te resfríes.
—Gracias. —le medio sonreí de nuevo.

Pasaron los minutos y nadie decía nada. Esta salida se había ido a la mierda y todo por una llamada.
Me sentía culpable.
—No quería arruinar esta noche. Me la estaba pasando muy bien. —dije sincera.
—No te preocupes, Alex. —Me sonrió— ¿Estas mejor?
—Si… —suspire— eso creo.
— ¿Qué fue lo que paso?, ¿Quién te llamo? —pregunto preocupado.
—Es una larga historia…—lo mire. — Y tan rara. No querrías escucharla.
—Tengo todo el tiempo del mundo para escucharte. —me miro directo a los ojos. ¿Por qué no contarle? Sonaba tan sincero… Y bueno, yo necesitaba a alguien para desahogarme.
— ¿Seguro que quieres oír todo…?—volví a cuestionar.
El me tomo de la barbilla para que lo mirara.
—Ya te dije que sí, ¿somos amigos o no? —yo asentí. — Bien, soy todo oídos. —se acomodó en la banca, para mirarme de frente.
—Bueno, él y yo…—me acomode igual que él.
Le platique todo. De donde nos conocíamos, cuantos años llevábamos de hacerlo. Le platique de la supuesta brujería que le había echado su novia, las peleas… todo, absolutamente todo lo que se puede platicar, se lo dije.
Duramos poco más de 2 horas hablando de eso, el me miraba y escuchaba atento. Y yo me sentía bien contándoselo, me sentía como protegida y comprendida, no sabía el porqué, pero no me molestaba tener que platicárselo. El único hombre, bueno… los únicos hombres, que sabían absolutamente todo lo que había pasado, eran Nick y Kevin. Así que era un poco raro contárselo a Dylan, aunque, sentía que le podía platicar todo lo que me pasara, sabía que podía contar con él, en el momento en que se ofreció a ayudarme con lo de mis papás. — Y eso fue lo que paso. Quería que habláramos, pero yo no quiero saber nada de él. Y será imposible, porque cuando más lo quiero olvidar, hay algo que me recuerda a él…—señale un letrero del tour que estaba detrás de Dylan.
— ¿Es él? —dijo sorprendido cuando regreso su vista hacia mí. Yo asentí. —Wow. ¿Entonces nunca fueron novios?
—Cuando creíamos que ya podíamos serlo, había algo que se interponía entre nosotros. Él iba a cortar a su novia, ya no la quería… Sé que es difícil de creer, pero si lo iba a hacer, por mí. Ahora ya no sé qué pensar… esa última pelea me dejo con un mal sabor de boca.
—Solo te diré una cosa, porque soy muy malo para los consejos, “Si amas algo, déjalo libre. Si regresa a ti, es porque es tuyo, si no, nunca lo fue.” —lo mire atenta. — Dale tiempo al tiempo, sigue haciendo tu vida normal. Pero debes estar consciente de que en algún momento de sus vidas, tendrán que hablar y aclarar todo. No te cierres. Tal vez, en este momento lo ames con todo tu ser, pero tal vez mañana se te haga indiferente. O puede que ahora lo odies con todo tu corazón, y en unos meses lo olvides. Todo cambia… hasta los sentimientos. En un momento puedes comenzar a querer a alguien sin darte cuenta u odiarlo o extrañarlo. Siempre hay más de 1 opción… Solo no olvides tu esencia o no intentes cambiar, solo para tratar de elegir la opción equivocada.
—Gracias, Dylan. Ha sido el consejo más bonito que me han dado. Aunque digas que eres muy malo. En serio, esto que me acabas de decir es tan, no sé, ¿cierto?... Muchas gracias. —no pude evitar abrazarlo. Deje mi cabeza recargada sobre su hombro, el me regreso el abrazo. Y se sentía tan bien, era tan sincero, encima, sabía que me apoyaba y era bonito sentirse entendida.
Me separe un poco tímida de él. Le sonreí.
Mire el reloj.
—Wow, ¿ya viste la hora? Casi son las tres de la mañana. —Reí— El tiempo se me paso volando contigo. Hace mucho que no me pasaba.
—Me alegro que te hayas sentido “a gusto” —dijo entre comillas. Yo sabía a qué se refería.
—Creo que es hora de irnos. —dije divertida.
— ¿Segura? Por mí no hay problema seguir platicando.
—Igual a mí no me importa seguir platicando, pero mañana trabajas Dylan, y no es agradable, estar cansado en la oficina. Te estarás durmiendo en las juntas y andarás enojado como viejito cascarrabias. —el rio.
— ¿No será que ya no quieres hablar conmigo o que te aburrí?
—Eso nunca…—dije sincera.

(…)

Dylan me dejo en mi casa, a punto de las 4 am. Por más que quise que no se fuera tan tarde, no me hizo caso y nos quedamos platicando un poco más dentro del auto.
Era un chico agradable. Si tenía 25 años, casi 26. Y lo más chistoso del caso, es que a pesar de que es más grande que yo, congeniábamos muy bien. Era muy trabajador, él estaba trabajando en el gobierno de Dallas, en las oficinas de asuntos estatales. Por eso, él me había contactado con todo esto de mis papás. Era raro, se me hacía muy joven para estar lidiando con ese tipo de problemas. Pero a él le gustaba, le gustaba ayudar a la gente. Eso me hablaba muy bien de él, y digo, mucha gente que tiene dinero es muy egoísta y no se preocupa por los demás, y el no. Él tiene dinero, pero no le importa tenerlo… Éramos muy parecidos en eso.

(…)

‹‹ 2 semanas después.››

Saque de la nevera unos waffles congelados. Los mire y a pesar de que no se veían realmente apetitosos, decidí ponerlos sobre el tostador, moría de hambre y la verdad es que no sabía cocinar. Saque un poco de zumo de naranja y me senté sobre un banquillo a mirar la televisión.
Me sumí en mis pensamientos, pero de pronto un sonido un poco estridente me saco de ellos. Voltee hacia todos lados, para ver de dónde venía, cuando me di cuenta que la alarma contra incendios se había activado. El tostador estaba humeante.
—Mierda.
Camine hacia él, y lo desconecte. Con unas pinzas saque mi desayuno, el cual estaba totalmente quemado. Lo deje sobre la mesa, mientras tomaba una revista e intentaba apagar la alarma.
—Mierda. —repetí, mientras me subía al banco para alcanzarla. —No puede ser posible que ni unos waffles pueda hacer. —Seguía intentando que se apagara, pero mis intentos fueron nulos. Lo que menos quería es que los bomberos llegaran a venir, por culpa de unos waffles quemados. Sería la vergüenza del vecindario.

Tocaron a la puerta, y lo único que grite fue un “está abierto”. Después de decirlo, caí en la cuenta de que ya no estaba en Los Ángeles, y que no conocía a nadie que viviera cerca de aquí.
— ¿Sabes que no está correcto lo que acabas de decir…?—me gire y vi que era Dylan. — ¿Pero qué demonios haces arriba del banco? —dijo intentando ocultar su burla.
—Nada, quiero ver qué tal está el aire desde acá arriba…—dije sarcástica.
—No ya enserio, ¿Qué haces ahí?­— dijo mientras se paseaba por la cocina. — ¿Qué es esto? —tomo uno de los waffles quemados y me volteo a ver, con cara de asco. Yo lo mire avergonzada.
—Ahm…—me baje del banco. — Eso, es un waffle…—se lo arrebate de las manos y lo inspeccione y lo avente al plato de nuevo. —O lo que queda de él. —el solo se rio y me miro. — ¿Qué? No se usar ese tostador…—intente defenderme.
—Está bien, yo solo preguntaba—alzo ambas manos. — ¿Y porque no los metiste al microondas? O… a la Wafflera, que en ese caso sirve para los waffles…—golpe suavemente su hombro. —Auch, eso dolió.
—Hey, no sabía que tenía una wafflera. Y en todo caso…—quise pensar una buena respuesta. — No es anormal que las mujeres quemen los waffles.
—No, claro que no. Y menos si son de caja. —dijo sarcástico, pero dio en el punto.
—Sí, lo sé. Soy un desastre. Pero ¿Qué le vamos a hacer? —sonreí.
—Te invito a desayunar. —dijo así, nada más.
— ¿Y tú crees que me puedes invitar a comer todos los días? Te equivocas.
—Si…
— ¡No! —el me miro. —No es que me moleste, pero no se me hace justo, no tienes porque… Y si yo te invito a desayunar… ¿aquí? —el me miro, como si lo que estuviera diciendo fuera broma.
— ¿Waffles quemados? No gracias, paso.
— Se preparar cereal —dije inocentemente. Él solo se rio… ¿o se burló de mí? — También se hacer huevo y pan francés… —abrí los ojos y pestañe. — ¿Qué dices?
—Supongo que no me queda de otra—se encogió de hombros. Intente golpearlo de nuevo, pero él fue más rápido que yo y tomo mi muñeca. —Te gane. —sonrió victorioso.
Yo lo mire sonriendo por su comentario, después me di cuenta de que estábamos muy cerca el uno del otro, nuestras sonrisas se borraron y solo nos mirábamos, mis ojos se dirigían a su boca y otra vez a los suyos, el hacía lo mismo.
Nuestros rostros comenzaron a acercarse.
¿Qué estaba pasando?



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