Cuando el avión aterrizo y salí de el, vi que el día era algo caluroso. Camine con una especie de emoción sobre de mi al entrar al aeropuerto y después de ir por mi maleta, busque con la mirada a alguien que tuviera un letrero con mi nombre o algo por el estilo, pero no vi a nadie, así que me hice a un lado para que pasara la gente y me fui a sentar a una de las bancas que había cerca de ahí.
Revisaba mi celular, para ver si tenía algún mensaje nuevo. no tenía mensajes, pero si algunas llamadas perdidas: Dos de Nick, Dos de Kevin, una de su casa y una más de..¿Joe?, se me hizo un poco extraño, pero lo ignore al mirar mi reloj y vi que era tiempo de marcarles, ya que había tardado en llegar.
Le marque a Nick y no contesto, marque al celular de Kevin y tampoco respondió... No le marcaría a Joseph, así que marque a su casa y me respondió Denise, le avise que ya había llegado y que solo esperaba que me recogieran. Después de explicarle un poco, colgamos y me puse de pie nuevamente, para ver si veía a alguien que me viera y se preguntara si era yo a la que buscaban, pero no, nadie me veía extrañamente. Me senté de nuevo y en cuanto lo hice, una mano se postro en mi hombre, me gire extrañada y vi a un señor grande de edad, -vestido formalmente- sus mejillas redondeadas y rosas, cubiertas por una tupida y bien recortada barba blanca, mostraban una sonrisa de esperanza al verme.
— ¿Es usted la Señorita Marie?
— Mmm, Alex.-sonreí- ¿Usted quien es?
— Yo soy Frank, seré su chófer en lo que esta en Dallas. Perdone el retraso, pro había mucho trafico por donde venía. —se disculpo.
—Oh no, no hay problema, no se preocupe.
—Gracias. Vayamos.
Tomo mi maleta y me hizo caminar detrás de el. Llegamos al auto, un mercedes color negro. Me abrió la puerta y me dio el paso para subir. Después de que subió mi maleta, el arranco el auto y me llevo hacia el hotel.
— En 2 horas estaré aquí por usted.
—De acuerdo, Gracias.... ¿lo veré en el Lobby?
El asintió y se alejo de mi vista. Me acerque a la recepción y pregunte por mi habitación, una señorita me dio mi tarjeta y un botones me llevo hacia allá. Le di una modesta propina y cerré la puerta, para descansar y comer un poco.
Saque un cambio de ropa de mi maleta y camine hacia el baño para darme una ducha, ya que por el viaje, me sentía algo pegajosa. Cuando termine de bañarme y de cambiarme, pedí algo de comida a la habitación y me puse a ver un poco el televisor. Le deje en los dibujos animados y me puse a pensar en cosas irrelevantes, como por ejemplo, el porque me habían citado en Dallas.
Deje de pensar en eso y me puse de pie ya que habían pasado las dos horas, y no tardaban en venir por mí. Así que me puse de pie y camine hacia donde estaba mi bolso, lo tome y salí de la habitación para bajar al primer piso.
Al llegar al Lobby, vi al señor parado en el centro y camine hacia él.
— Bien, ya estoy lista ¿iremos ya a ver a las personas que me citaron?— en realidad quería terminar con esto pronto y volver a casa.
—Si, ya iremos allá. No hagamos esperar a estas personas.
—De acuerdo.— dije sin ganas.
—¿Se encuentra bien?
—Si... quiero decir no. No se para que me citaron ¿usted sabe algo?
—Lamentablemente no me informan de nada, solo me mandaron por usted. No se preocupe, no creo que sea algo malo.
—Espero—y concluí la conversación con una mueca que intentaba parece una sonrisa.
Frank, me dio paso para que comenzara a caminar primero. Así que al salir y ver el mercedes estacionada fuera, dentro de mi sentía miles de sensaciones muy diferentes, eran algo así como nervios y miedo... pero mas que nada miedo.
El auto arranco y yo solo veía a través de la ventanilla como pasaban rápidamente los arboles, los postes y cualquier cosa que se encontraba fuera. No entendía el por que de ir tan rápido y el por que del miedo que sentía.
Recargue mi cabeza en el respaldo del asiento y comencé a tararear una canción de los chicos, que no se el por que, pero me hacia realmente dejar de pensar en preocupaciones, que si por el momento no tenían sentido, no debían preocuparme.
El auto se estaciono frente a un gran edificio color blanco. Frank me vio desde el retrovisor, asintiendo y dándome a entender que habíamos llegado a nuestro destino. Bajo del auto y camino hacia mi puerta para ayudarme a bajar.
—Supongo que debo entrar ¿no? —el solo se limito a asentir con su cabeza y a sonreírme. — Bien, pues terminemos con esto pronto. —comencé a caminar, pero al estar entre la puerta y el auto, me gire para ver al que por el momento era mi acompañante. Lo mire apenada — Frank... ¿Estará aquí para cuando salga?
—Si usted así lo desea, con gusto la esperare señorita.
—Me gustaría mucho que estuviera, me inspira confianza y no tengo a nadie más aquí....¿si podría?
—Sería un placer. Ahora, sonría y entre.—me animo con una sonrisa.
Frank me recordaba un poco a mi abuelo, por eso sentía algo especial por este señor, al que acababa de conocer. Su voz me transmitía seguridad, calidez y sobre todo la experiencia que cualquier adulto lleva consigo.
Le sonreí de vuelta y me gire para entrar por aquella gran puerta de madera gruesa.
Al poner un pie dentro, una señorita con traje sastre, se me acerco y me pregunto que cual era el motivo por el que estaba ahí. Yo le explique que me habían llamado y me habían citado, ella solo se quedo un poco sorprendida, no dijo nada más y me guió hacia una puerta que estaba al fondo de un gran pasillo, y que por fuera tenía un letrero que decía "Oficina Principal".
—Tome asiento. En un momento estarán con usted. —intento sonar amable, pero en su voz aún había un poco de curiosidad.
—Gracias.
Ella asintió y salió, dejándome sola en la fría habitación, que para nada encajaba con el rustico edificio, al contrario, intentaba ser sofisticada, pero aun con un poco de lo rustico de Texas.
Tome un lápiz que se encontraba sobre el escritorio y comencé a golpearlo sobre los papeles que había ahí, mientras miraba alrededor, cansada de espera, ya que la señorita que me había recibido, tenia más de 30 minutos de haberse ido.
Bufe y deje de golpear la mesa, para llevarme las manos a la cabeza.
—Perdone la tardanza— dijo una voz masculina detrás de mí. — Soy Dylan Johns.— me gire para verlo. Y vi a un chico joven, de poco más de 25 años entrando a la habitación con una carpeta llena de papeles. No lo negare, era atractivo. La pequeña barba que parece crecer en su rostro, lo hace ver aún mas interesante, sus picaros, pero a la vez penetrantes ojos azules me miraban... Y vamos, ¿porque me fijo en eso? Lo que quiero es irme de aquí. —Buenas tardes—me ofreció su derecha en forma de saludo y me sonrió mostrándome sus blancos dientes.
—Alexandra Farrella— dije poniéndome de pie en el momento en que le daba la mano.
—Mucho gusto Señorita Farrella.— señalo el asiento, para que me sentara. — pensé que no vendría.— dejo caer su espalda sobre el respaldo de la silla.
— ¿Por qué no tendría que venir, si todo esto tiene que ver conmigo?—dije algo cortante y a la vez sarcástica, el se enderezo en su asiento y me miro fijamente y con una ligera sonrisa, sin dejar de hacer girar el bolígrafo que traía en su mano.
—Bien, al parecer lleva prisa.
—Si, le agradecería que fuera al grano de la situación, en serio, no sé porque me llamaron y...-bufe- no entiendo absolutamente nada.
—Mmm, al parecer nadie le explico lo que sucedía...—lo interrumpí.
—...Pues le diré que llevo algo de tiempo esperando, y ni un vaso de agua me ofrecieron, así que no entiendo como espera que me dieran información. —el me miro sorprendido al ver mi reacción.— Lo siento...—me disculpe— Pero digamos que estoy un poco nerviosa y no se porque.
—No, no se preocupe, entiendo su reacción y le llamare la atención a mi secretaria...—iba a abrir la boca para abogar por su secretaría, ya que no quería ser la culpable de que la despidieran. Pero el me callo. —Señorita Farrella, le regaría que me dejara hablar—dijo divertido por mi reacción, ya que parecía una pequeña niña peleonera.
—Alexandra... no señorita Farrella, no soy tan vieja.
—De acuerdo, Alexandra. Le pediré que me deje hablar, no despediré a mi secretaria, no se preocupe. —sonreí tímidamente.— Bien, le explicare...—aclaro su garganta y yo lo miraba detenidamente. Vera, como le dijimos cuando la contactamos, encontramos el maletín que según veo es de su padre. Y también encontramos el avión sumergido en el agua. No estaba cerca de Dallas, pero como el avión venía hacia acá, nos tocó a nosotros todo este asunto.
—Ok....Ok, pero no me interesa el avión, ni mucho menos el maletín. ¿Mis padres? ¿estaban ahí mis padres? ¿Sabe donde están? — comenzaba a sentir una presión en mi pecho y me respiración comenzaba a agitarse. Un estruendoso ruido, al parecer el de un relámpago hizo que el silencio que se había formado en la habitación se eliminara.
—Le pediría que se calme, Alexandra.—parecía nervioso.
— ¿Como pide que me calme? ¡No se que ha pasado con mis padres, tengo meses sin verlos y vengo porque me dirán algo y me dicen todo en partes! —el no decía nada, solo escuchaba mis reclamos, educadamente.
Me di cuenta, que gritando y poniéndome como loca no llegaría a ningún lado y mucho menos terminaría de decirme lo que había pasado. Deje caer mi espalda sobre el respaldo, recargando mi brazo sobre el reposa-brazos de la silla y tapándome la cara por la vergüenza, suspire.
—Lo siento...—lo mire avergonzada una vez mas.
— No se preocupe... una vez mas, intento comprender su actitud. Pero no llega a ningún lado poniéndose histérica.
—Si, eso lo sé. por eso lo siento... ¿Podría continuar?
— Como le decía, cerca de donde cayo el avión, había un pequeño pueblo, ahí fue a donde fuimos después de encontrar el maletín ya que uno de los testigo, nos dijo que habían llevado a una clínica cercana a una persona, que venía en el avión. Así que fuimos y nos dimos cuenta de que era su madre, por los datos y el pasaporte que venía dentro. —los ojos se me iluminaron.
— ¿Ella esta bien?
—Si, esta bien. Solo con algunas fracturas y raspones, gracias al golpe que sufrió al caer el avión.—sonrió al ver mi expresión.
— ¿Y mi papá?, ¿El como esta? — la ilusión de volverlo a ver inundaba mis ojos de alegría.
El no respondió, su rostro dejo de mostrar la sonrisa y miro a su secretaria, haciéndole algunas señales para que saliera.
Esto no me gustaba. Mi rostro se ensombreció y mis oídos no querían escuchar lo que estaba apunto de decirme.
—Espero—y concluí la conversación con una mueca que intentaba parece una sonrisa.
Frank, me dio paso para que comenzara a caminar primero. Así que al salir y ver el mercedes estacionada fuera, dentro de mi sentía miles de sensaciones muy diferentes, eran algo así como nervios y miedo... pero mas que nada miedo.
El auto arranco y yo solo veía a través de la ventanilla como pasaban rápidamente los arboles, los postes y cualquier cosa que se encontraba fuera. No entendía el por que de ir tan rápido y el por que del miedo que sentía.
Recargue mi cabeza en el respaldo del asiento y comencé a tararear una canción de los chicos, que no se el por que, pero me hacia realmente dejar de pensar en preocupaciones, que si por el momento no tenían sentido, no debían preocuparme.
El auto se estaciono frente a un gran edificio color blanco. Frank me vio desde el retrovisor, asintiendo y dándome a entender que habíamos llegado a nuestro destino. Bajo del auto y camino hacia mi puerta para ayudarme a bajar.
—Supongo que debo entrar ¿no? —el solo se limito a asentir con su cabeza y a sonreírme. — Bien, pues terminemos con esto pronto. —comencé a caminar, pero al estar entre la puerta y el auto, me gire para ver al que por el momento era mi acompañante. Lo mire apenada — Frank... ¿Estará aquí para cuando salga?
—Si usted así lo desea, con gusto la esperare señorita.
—Me gustaría mucho que estuviera, me inspira confianza y no tengo a nadie más aquí....¿si podría?
—Sería un placer. Ahora, sonría y entre.—me animo con una sonrisa.
Frank me recordaba un poco a mi abuelo, por eso sentía algo especial por este señor, al que acababa de conocer. Su voz me transmitía seguridad, calidez y sobre todo la experiencia que cualquier adulto lleva consigo.
Le sonreí de vuelta y me gire para entrar por aquella gran puerta de madera gruesa.
Al poner un pie dentro, una señorita con traje sastre, se me acerco y me pregunto que cual era el motivo por el que estaba ahí. Yo le explique que me habían llamado y me habían citado, ella solo se quedo un poco sorprendida, no dijo nada más y me guió hacia una puerta que estaba al fondo de un gran pasillo, y que por fuera tenía un letrero que decía "Oficina Principal".
—Tome asiento. En un momento estarán con usted. —intento sonar amable, pero en su voz aún había un poco de curiosidad.
—Gracias.
Ella asintió y salió, dejándome sola en la fría habitación, que para nada encajaba con el rustico edificio, al contrario, intentaba ser sofisticada, pero aun con un poco de lo rustico de Texas.
Tome un lápiz que se encontraba sobre el escritorio y comencé a golpearlo sobre los papeles que había ahí, mientras miraba alrededor, cansada de espera, ya que la señorita que me había recibido, tenia más de 30 minutos de haberse ido.
Bufe y deje de golpear la mesa, para llevarme las manos a la cabeza.
—Perdone la tardanza— dijo una voz masculina detrás de mí. — Soy Dylan Johns.— me gire para verlo. Y vi a un chico joven, de poco más de 25 años entrando a la habitación con una carpeta llena de papeles. No lo negare, era atractivo. La pequeña barba que parece crecer en su rostro, lo hace ver aún mas interesante, sus picaros, pero a la vez penetrantes ojos azules me miraban... Y vamos, ¿porque me fijo en eso? Lo que quiero es irme de aquí. —Buenas tardes—me ofreció su derecha en forma de saludo y me sonrió mostrándome sus blancos dientes.
—Alexandra Farrella— dije poniéndome de pie en el momento en que le daba la mano.
—Mucho gusto Señorita Farrella.— señalo el asiento, para que me sentara. — pensé que no vendría.— dejo caer su espalda sobre el respaldo de la silla.
— ¿Por qué no tendría que venir, si todo esto tiene que ver conmigo?—dije algo cortante y a la vez sarcástica, el se enderezo en su asiento y me miro fijamente y con una ligera sonrisa, sin dejar de hacer girar el bolígrafo que traía en su mano.
—Bien, al parecer lleva prisa.
—Si, le agradecería que fuera al grano de la situación, en serio, no sé porque me llamaron y...-bufe- no entiendo absolutamente nada.
—Mmm, al parecer nadie le explico lo que sucedía...—lo interrumpí.
—...Pues le diré que llevo algo de tiempo esperando, y ni un vaso de agua me ofrecieron, así que no entiendo como espera que me dieran información. —el me miro sorprendido al ver mi reacción.— Lo siento...—me disculpe— Pero digamos que estoy un poco nerviosa y no se porque.
—No, no se preocupe, entiendo su reacción y le llamare la atención a mi secretaria...—iba a abrir la boca para abogar por su secretaría, ya que no quería ser la culpable de que la despidieran. Pero el me callo. —Señorita Farrella, le regaría que me dejara hablar—dijo divertido por mi reacción, ya que parecía una pequeña niña peleonera.
—Alexandra... no señorita Farrella, no soy tan vieja.
—De acuerdo, Alexandra. Le pediré que me deje hablar, no despediré a mi secretaria, no se preocupe. —sonreí tímidamente.— Bien, le explicare...—aclaro su garganta y yo lo miraba detenidamente. Vera, como le dijimos cuando la contactamos, encontramos el maletín que según veo es de su padre. Y también encontramos el avión sumergido en el agua. No estaba cerca de Dallas, pero como el avión venía hacia acá, nos tocó a nosotros todo este asunto.
—Ok....Ok, pero no me interesa el avión, ni mucho menos el maletín. ¿Mis padres? ¿estaban ahí mis padres? ¿Sabe donde están? — comenzaba a sentir una presión en mi pecho y me respiración comenzaba a agitarse. Un estruendoso ruido, al parecer el de un relámpago hizo que el silencio que se había formado en la habitación se eliminara.
—Le pediría que se calme, Alexandra.—parecía nervioso.
— ¿Como pide que me calme? ¡No se que ha pasado con mis padres, tengo meses sin verlos y vengo porque me dirán algo y me dicen todo en partes! —el no decía nada, solo escuchaba mis reclamos, educadamente.
Me di cuenta, que gritando y poniéndome como loca no llegaría a ningún lado y mucho menos terminaría de decirme lo que había pasado. Deje caer mi espalda sobre el respaldo, recargando mi brazo sobre el reposa-brazos de la silla y tapándome la cara por la vergüenza, suspire.
—Lo siento...—lo mire avergonzada una vez mas.
— No se preocupe... una vez mas, intento comprender su actitud. Pero no llega a ningún lado poniéndose histérica.
—Si, eso lo sé. por eso lo siento... ¿Podría continuar?
— Como le decía, cerca de donde cayo el avión, había un pequeño pueblo, ahí fue a donde fuimos después de encontrar el maletín ya que uno de los testigo, nos dijo que habían llevado a una clínica cercana a una persona, que venía en el avión. Así que fuimos y nos dimos cuenta de que era su madre, por los datos y el pasaporte que venía dentro. —los ojos se me iluminaron.
— ¿Ella esta bien?
—Si, esta bien. Solo con algunas fracturas y raspones, gracias al golpe que sufrió al caer el avión.—sonrió al ver mi expresión.
— ¿Y mi papá?, ¿El como esta? — la ilusión de volverlo a ver inundaba mis ojos de alegría.
El no respondió, su rostro dejo de mostrar la sonrisa y miro a su secretaria, haciéndole algunas señales para que saliera.
Esto no me gustaba. Mi rostro se ensombreció y mis oídos no querían escuchar lo que estaba apunto de decirme.
dios! volvistee!!
ResponderEliminarme encanto el cap!! sos una exelente escritora! amo tu nove´! seguila!
emm tengo una pregunta!!
ResponderEliminarcerraste tu otra novela? i love the way you lie??
si la cerraste MORIRE!
woooooh! que geniaaal ya extrañaba tu nove!!! *-*
ResponderEliminarno era McCarrney ? de donde salio el Farrella ? , lo demas esta buenisimo
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